Hasta
entonces nunca me habían aterrado de
esta forma los aeropuertos.
Lléname de
abrazos, lléname de besos, creo
que anunciaron tu vuelo. Y entre
lágrimas tu figura es devorada por la gente, y
una fiera clava en mi alma sus afilados dientes.
Quedo
con el sabor metálico de la soledad y
deshojo el calendario.
Tengo miedo, tengo frío y dudo, y
hago repaso: fugaz e indeterminado, como un sueño ha comenzado esta historia y no sé, en verdad, si
fue real.
Quién
me iba a decir que te iba a encontrar una noche casual, ejerciendo de torpe sentimental. "¿Qué haces aquí? A punto estaba
de marcharme,
qué bueno es encontrarte".
qué bueno es encontrarte".
Y
tú y yo inmóviles, y en torno a nosotros giraban colores, luces, pasaban horas.
Porque nada
era importante, "así que
háblame de ti y no pares". "Cuéntame
cómo era todo antes". Aunque
seriamente dudo si hubo un antes,
sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un después.
sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un después.
Nuevos
encuentros, nuevas confesiones, y de repente me veo
perdida en un aeropuerto, con las pesadillas que día a día me acompañan, cotidianas,
con las que me atormento:
perdida en un aeropuerto, con las pesadillas que día a día me acompañan, cotidianas,
con las que me atormento:
Tengo tanto
miedo de que olvides el camino de
regreso.
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