Esperar.
Me queda más de una hora en el aeropuerto para embarcar y unas cuantas
horas más hasta llegar al destino, nuestro destino. Tú llegarás un rato antes
que yo a pesar de que a tu avión le quedan aún algunas horas para despegar y
que, debido a la diferencia horaria, todavía sigas durmiendo. Es la ventaja que
tienes al estar en Europa y yo la desventaja que tengo de estar casi en la
otra punta del mundo.
Me río sola recordando la conversación que hemos tenido hace un rato, mientras amanecía para mí sin haber pegado ojo de los nervios. Tú has caído rendido
hace un momento, no sin antes decirme otra vez que sacase cosas de la mochila
para que no pesase tanto.
Antes de apagar el móvil te dejo un mensaje para que lo leas cuando te
despiertes “Buenos días, nos vemos en un
rato ;D “
Me paso el vuelo entre música y ensoñaciones, imaginando como será el
viaje y poniéndole banda sonora a cada instante.
Todo está pasando más deprisa de lo que había previsto y para cuando soy
consciente de ello estoy de nuevo viajando, pero en otro medio de transporte,
esta vez en tren, y contigo al lado.
La primera estación es el aeropuerto, aunque solo es un parón provisional
para hacer un cambio y dirigirnos a la que será la primera parada del camino.
Te observo mientras tú miras por la ventana, me miras y te sonrío, me
devuelves la sonrisa y vuelves a perderte en el paisaje, entonces yo vuelvo a
lo que tengo entre las manos. Sigo revisando la ruta, los medios de transporte,
que es interesante para que nos paremos y que podemos pasar de largo, etc. Estás
completamente despreocupado y me dejas a hacer todo, y aunque estoy sorprendida
de ello, te dejo estar absorto en el paisaje. No sé realmente si estás mirando
lo que se ve pasar por la ventanilla del vagón o solo te limitas a mirar al
vacio y realmente estás en otra cosa.
Me estoy cansando de revisar una y otra vez este cuaderno, ya me lo sé de
memoria. Mejor lo dejo de nuevo en la mochila y me uno a ti en el empeño de
escrutar el paisaje. Te das cuenta de que he dejado el cuaderno y acto seguido
me pasas uno de tus cascos. Al oír lo que suena me doy cuenta que no me lo has
dado solo para escuchase lo mismo que tú sino para que sintiese lo que estas
sintiendo mientras oyes y observas a través del cristal.
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