sábado, 9 de marzo de 2013

001

Esperar.
Me queda más de una hora en el aeropuerto para embarcar y unas cuantas horas más hasta llegar al destino, nuestro destino. Tú llegarás un rato antes que yo a pesar de que a tu avión le quedan aún algunas horas para despegar y que, debido a la diferencia horaria, todavía sigas durmiendo. Es la ventaja que tienes al estar en Europa y yo la desventaja que tengo de estar casi en la otra punta del mundo.
Me río sola recordando la conversación que hemos tenido hace un rato, mientras amanecía para mí sin haber pegado ojo de los nervios. Tú has caído rendido hace un momento, no sin antes decirme otra vez que sacase cosas de la mochila para que no pesase tanto.
Antes de apagar el móvil te dejo un mensaje para que lo leas cuando te despiertes “Buenos días, nos vemos en un rato ;D “
Me paso el vuelo entre música y ensoñaciones, imaginando como será el viaje y poniéndole banda sonora a cada instante.
Todo está pasando más deprisa de lo que había previsto y para cuando soy consciente de ello estoy de nuevo viajando, pero en otro medio de transporte, esta vez en tren, y contigo al lado.
La primera estación es el aeropuerto, aunque solo es un parón provisional para hacer un cambio y dirigirnos a la que será la primera parada del camino.
Te observo mientras tú miras por la ventana, me miras y te sonrío, me devuelves la sonrisa y vuelves a perderte en el paisaje, entonces yo vuelvo a lo que tengo entre las manos. Sigo revisando la ruta, los medios de transporte, que es interesante para que nos paremos y que podemos pasar de largo, etc. Estás completamente despreocupado y me dejas a hacer todo, y aunque estoy sorprendida de ello, te dejo estar absorto en el paisaje. No sé realmente si estás mirando lo que se ve pasar por la ventanilla del vagón o solo te limitas a mirar al vacio y realmente estás en otra cosa.
Me estoy cansando de revisar una y otra vez este cuaderno, ya me lo sé de memoria. Mejor lo dejo de nuevo en la mochila y me uno a ti en el empeño de escrutar el paisaje. Te das cuenta de que he dejado el cuaderno y acto seguido me pasas uno de tus cascos. Al oír lo que suena me doy cuenta que no me lo has dado solo para escuchase lo mismo que tú sino para que sintiese lo que estas sintiendo mientras oyes y observas a través del cristal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario