Recuerdo mucho el instante en que empezamos a ser uno, ese instante que nos llevó a hablar de Antigua Guatemala. Fue la primera vez que hablamos sobre hacer viajes y yo te decía que me encantaría vivir allí y quedarme aprendiendo algún oficio artesanal a lo 'Into the Wild'. Fue entonces cuando me dijiste que tú pensabas de la misma manera respecto a los viajes y las diferentes formas que hay de experimentarlos, y que te había gustado encontrar una persona que disfrutara los viajes de la misma manera en que los intentabas vivir tú. Justo después de eso me hablaste de tus varios viajes a Marruecos y que, aunque fueras acompañada de más personas, sentías que ellos no estaban allí por lo mismo que tú y no eran capaces de sentir ese lugar y ese momento a través de sus cinco sentidos.
Supongo que esa anécdota que hablamos fue lo que llevó a mi subconsciente la imagen de una Antigua en muchas situaciones distintas. Hay una en la que estamos nosotros en una de las pequeñas plazas llenas de librerías, donde andas comprando compulsivamente escritos de poesía lationamericana, los cuales me lees mientras yo medio sentado/tendido en un banquito veo a la gente pasar o simplemente miro el cielo fijamente pensando en lo lejos que estoy de lo que se puede llamar mi casa, respirando el aire que es distinto a todo el aire que alguna vez he podido respirar.
Hay otro momento en los que nos imagino en una de las decenas de casas que estuvimos mirando para hacernos a la idea de cuánto valdría comprarse o alquilar una casa allí, todas demasiado grandes para dos personas que sólo pasarían la noche allí para descansar, puesto que vivir esa ciudad y hacer excursiones por toda la provincia era nuestra primera y única prioridad.
Antigua Guatemala, el principio de mi aventura más apasionante. El Km. 0 de nuestra pasión, nuestra amistad.
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