domingo, 17 de marzo de 2013

Epifanía

Ahí estaba, repitiéndome a mí mismo con los ojos cerrados, mañana lo clavo, es que lo clavo! Estos de Cambridge  me van a dar palmaditas en la espalda cuando salga de allí. 
En eso que las neuronas empiezan a crear otras conexiones y de repente aparezco viéndome, viéndonos en una serie sucesiva de lienzos en los que todo ocurre rápidamente con una voz en off mental que me lo va narrando todo. En realidad no es nada nuevo, lleva bastante tiempo repitiéndose en mi cabeza. 

He de avisar que puede que no sea muy placentero y que acabe haciéndote sentir mal o creándote sensaciones horrendas por lo que mi cerebro pueda pensar en algunos momentos, pero ya sabes que no somos ya ni dueños de nuestras propias mentes, pensamientos, subconscientes y toda esa parafernalia. No sé ya si tanta evolución habrá sido buena para el ser humano, porque el cerebro nos crea una ilusión completamente falsa de autocontrol y ciertamente, no soy capaz de domarlo. Me acabo de convertir por momentos en un psiquiatra de primer año que ha suspendido el primer cuatrimestre entero....

Se me acaba de venir esto, que creo de alguna manera anda relacionado con lo que acabo de escribir.




Primer escollo solucionado, sé enlazar vídeo!

Se trata de un presente/futuro alternativo, en el que estamos hablando y nos vamos a India. De todas las veces que he soñado eso, ésta ha sido la más detallada sin ninguna duda.
Tú has abandonado la quimioterapia y te aventuras a vivir la experiencia más importante de tu vida por todo lo que ello conlleva, y yo no paro de sentirme extasiado porque una persona haya decidido dar ese paso cogida de mi mano. No sé cómo definirlo, he dicho extasiado pero en realidad no lo sé, porque es como un honor o algo así, no sé de veras.. no sé que sensación es, maldito lenguaje... 

Cuando llegamos al hostalillo de Varanasi (sí, siempre ocurre allí, todo) dejamos nuestras mochilas y nos tiramos en la cama destrozaísimos del viaje, pero no duramos ni medio minuto porque estamos deseosos de bajar al ghat más cercano que tengamos y poder respirar esos olores, que sé que me acompañarán toda la vida.
Una vez estando allí sentados se nos acerca un chavalillo de unos 10 años que quiere vendernos ofrendas para poder lanzarlas al río. Yo le digo que no se las vamos a comprar pero que si al día siguiente a las 7 de la mañana está en la puerta del hostal donde nos alojamos, le pagaremos muy bien para que nos haga de guía, a lo que nos contesta que sí efusivamente y con una sonrisa que no le cabe en su cara.

Al día siguiente cuando bajamos, nos lo encontramos en la puerta diciendo que lleva ya diez minutos esperándonos.  Aquí los lienzos se tergiversan, porque recuerdo estar con él en distintos sitios durante dos o tres días, pero la siguiente parte de la historia que vuelve a ser detallada ocurre con una persona más.  En los siguientes días se presenta con su hermanilla, dos añitos menor que él que nos quería conocer desde que el chico contó en su casa que está haciendo de guía a unos españoles recién llegados a la ciudad. Es más, a ver si consigo capturar la esencia de todo este lienzo. Estamos en un ghat, pueden ser las 5 o 6 de la tarde, solazo hindú como pocos en el mundo. Los cuatro sentados, nosotros dos un escalón más arriba que ellos, tú con las manos sobre los hombros del chico y yo sobre los de la chica. Estamos diciendo tonterías para salir sonriendo en la foto que nos están a punto de echar con la polaroid que al final adquirimos. Le pedimos al buen samaritano que nos la está haciendo que vaya cogiendo las fotos que escupe la cámara, queremos varias para poder tener todos una copia. Ni qué decir que la foto es la más preciosa que voy a poder conservar en mi vida, a pesar de mis caretos, pero es que salís todos geniales y es un momento que quiero guardar en mi mente para siempre. De hecho me veo a mí mismo intentando grabarlo todo como si mi cabeza fuera una cámara de vídeo. Quiero que todas esas sensaciones afloren en mí cada vez que piense en ese momento.


Vivimos la mayoría de los momentos con ellos: vamos por la noche a ver el ritual que se produce a orillas del Ganges y no paramos de preguntarles qué es lo que están diciendo y cual es la historia detrás de todo esto, nos dan de comer de sus puestos callejeros favoritos, todo tipo de dulces y demás parafernalia que nunca habríamos disfrutado si no fuera por ellos, rincones mágicos escondidos de cualquier turista con su Lonely Planet…

He titulado así la entrada porque de veras la siento que mi cabeza se traslada a esa realidad aunque sea con detalles distintos y transcurra de otra forma.

Te preguntarás por qué dije que podría provocarte sensaciones que no fueran placenteras y es por todo lo que esto conlleva… Dura bastante tiempo pero luego llega el momento inevitable,  y no deja de ser un cúmulo de emociones, de hecho siempre me despierto llorando, pero estás tan serena en mi cabeza, tan en paz, tan feliz.. no sé cómo describirlo, no sé si hablando contigo me saldría algo mejor.  Pero se me pasan muchas imágenes que no sé cómo poner en palabras.

De veras,  ni idea de cómo expresarlo. Y lo peor de todo es que esto no hace ni la mitad de justicia a lo que he experimentado. Al final me resulta una chapuza comparada con lo que mi cabeza tiene dentro.



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